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En los pasillos del Hospital Niño Jesús, donde el silencio y la preocupación son a menudo la norma, existe un espacio especial donde los adolescentes pueden encontrar algo tan poderoso como la medicina: la risa. Los talleres de Improvisación y Clown, guiados por Julián, Verónica y Cristina Martínez (Cris Talina), ofrecen a estos jóvenes un respiro emocional, un lugar donde pueden ser ellos mismos, sin juicios, solo a través de la magia del humor y la creatividad.
Julián y Verónica nos cuentan cómo, en cada sesión, los adolescentes se sueltan poco a poco, recuperan la confianza y encuentran en la risa una vía de escape y sanación. En un ambiente seguro y lleno de empatía, logran conectar con sus emociones y, lo más importante, disfrutar del presente. Este taller no es solo una actividad, es una fuente de esperanza que ayuda a reconstruir la autoestima y a devolverles una sonrisa en medio de la adversidad. Te invitamos a conocer cómo este rincón de alegría está transformando las vidas de los jóvenes en tratamiento.
¿En qué consiste el taller? Cuéntanos un poco la dinámica.
Realizamos un taller de Impro (improvisación) con presencia de las técnicas del clown para generar escenas de comedia espontánea con las personas participantes.
La primera parte tiene el objetivo de generar confianza y buen clima a través de dinámicas de calentamiento, de creatividad y soltura corporal. En la segunda parte, explicamos cómo se desarrollan escenas improvisadas de forma práctica, y en la tercera parte, dinamizamos improvisaciones cuyos protagonistas serán los propios usuarios y usuarias con posibilidad de interactuar con un clown de Saniclown, como experto en comicidad.
¿Utilizáis materiales didácticos/terapéuticos para su puesta en práctica? Cuéntanos qué tipo de actividades hacéis durante la sesión y cuáles tienen mejor acogida.
No utilizamos prácticamente materiales físicos en las sesiones, nos basta con sillas suficientes y espacio amplio para desarrollar las improvisaciones. Las actividades que hacemos tienen el objetivo de generar un clima de confianza, espacio seguro, distensión y a la vez concentración. Además, tienen un escalado suave de dificultad y exposición, para asegurar que puedan participar incluso aquellas personas más tímidas o introvertidas. La mejor acogida siempre se la llevan las improvisaciones finales, que se dan cuando el grupo está más a tono y se generan escenas muy cómicas y, por lo tanto, muchas risas en la sala, algo de un valor incalculable en un ingreso en salud mental.
¿Cómo os preparáis antes de cada sesión del taller?
Diseñamos previamente la sesión para trabajar aspectos concretos además de la propia improvisación: soltura, resolución de conflictos, desarrollo de la creatividad, conexión con compañeras y compañeros, etc. Una vez en el hospital, tenemos una reunión previa con personal del equipo sanitario donde nos cuentan con qué tipo de asistentes contamos cada día, posibles dificultades, alianzas, estados de salud y emocionales… Así podemos acomodar el diseño de la sesión para que sea lo más terapéutica y personalizada posible.
¿Cómo suele ser el ambiente al inicio del taller?
Por norma general nos encontramos con un grupo con la energía baja, con poca interacción. Aunque a veces es justo lo contrario. Forma parte de la propia idiosincrasia del trabajo en salud mental.
¿En qué momento notáis que los adolescentes empiezan a soltarse más?
Suele ser paulatino. Las primeras dinámicas tienen ese objetivo, por lo que normalmente antes de acabar el calentamiento ya tienes bastante respuesta del grupo. También se nota cuando les pides ideas creativas y las vas incluyendo en las dinámicas, cuando se sienten parte activa de la sesión y sobre todo cuando perciben que sus compañeros disfrutan con sus ocurrencias y les arrancan sonrisas o carcajadas. Eso tiene un valor personal de refuerzo de autoestima y grupal en la integración e interacción positiva.
¿Cómo gestionáis las diferencias de actitud o energía entre los adolescentes?
Tenemos diferentes estrategias dependiendo de muchas variables, a través de tantos años de experiencia. Cada persona y cada momento de la sesión requieren máxima atención y riqueza de recursos para dar respuesta a cada reto. En cualquier caso, tenemos claro que primaremos al grupo por encima de las individualidades, por lo que siempre tenderemos a centrarnos en lo que al grupo le conviene en cada momento. Actitudes introvertidas tendrán su espacio para ir entrando en el juego sin presión; actitudes demasiado expansivas verán que intentamos reconducir esa energía hacia la escena improvisada; actitudes agresivas hacia el grupo o cualquiera de sus componentes tendrán la intervención del equipo sanitario para intentar reencauzar por el bien del grupo, etc.
¿Algún momento especial o anécdota que os haya marcado en una sesión?
Momentos, muchísimos. Tantos que se agolpan ya unos con otros. El otro día durante la sesión un chico se animó a participar desde el principio, llegó a improvisar incluso en escenas en las que en principio estaba de público (si bien sus compañeros le sacaron de forma espontánea), planteó resoluciones en escena muy graciosas y verbalizó al acabar la sesión que se lo había pasado muy bien. Esto sería algo dentro de lo normal si no fuese porque, al tener la reunión final sólo con el equipo médico y sin adolescentes ya, me informaron que este chico no se relaciona nunca con nadie, no habla casi y durante el casi mes que llevaba en el hospital, era la primera vez que le veían sonreír e incluso verbalizar que se lo ha pasado bien.
¿Habéis notado cambios en los adolescentes desde que empezaron el taller?
El ejemplo anterior es bastante representativo de lo que notamos durante las sesiones. Y cuando volvemos y encontramos a adolescentes que repiten porque son de ingresos largos, notamos como participan más desde el principio y evolucionan a la hora de crear escenas, comicidad y escucha. Es muy común.
¿Qué os lleváis personalmente de esta experiencia?
Nos llevamos la creatividad desbordante de los y las adolescentes; sus ganas de pasarlo bien; las devoluciones agradecidas que nos dan; que expresen que han conseguido desconectar un rato y estar en el presente; cómo se cuidan y acogen entre todos y todas, logrando ser un ejemplo de sensibilidad y empatía. También nos llevamos la constante reflexión de valorar a los y las adolescentes en las necesidades de cambio que requieren y en su capacidad para enfrentar esos retos. Por tanto, es mucho lo que nos llevamos y lo que nos dan.
Hersill forma parte de la campaña Tecnologías que hacen país, que pone en valor a las empresas tecnológicas que desarrollan, fabrican e innovan en España. A través de su trabajo, contribuye activamente al fortalecimiento de la industria tecnológica nacional, impulsando la creación de empleo y el progreso económico, al tiempo que refuerza la autonomía industrial de España para afrontar los retos del futuro.