CORONAVIRUS RESPIRADORES | RAÚL CASADO | EFE | Madrid 

 

La compañía Hersill, una empresa familiar fundada en 1973 y situada en la localidad madrileña de Móstoles, ha multiplicado su producción, sobre todo de respiradores o ventiladores pulmonares, mientras el país contiene el aliento ante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.

Cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó sus instalaciones el pasado viernes, posó junto a varios de sus responsables y los de otras empresas también implicadas en esta producción.

Y sobre las personas que aparecen en la foto, entre las que está también la ministra de Industria, Reyes Maroto, sobresalía el retrato -como en miles de pequeñas y medianas empresas familiares de todo el país- de la persona que fundó, hace casi cincuenta años, la empresa, Benjamín Herranz Escamilla, fallecido hace ahora un año.

La empresa, dirigida hoy por la segunda generación de la misma familia, tuvo en la oxigenoterapia y la aspiración médica sus líneas clásicas de producto, pero hace dos décadas comenzó a desarrollar aparatos mucho más complejos, y entre ellos el respirador de transporte y emergencia «Vitae 40».

Su presidente, Benjamín Herranz Jordán, ha subrayado en una entrevista con Efe que desde hace ya años exportan alrededor del 70 por ciento de lo que fabrican, y que gracias a ello consiguieron soportar bien la última crisis económica e incluso ampliar significativamente la plantilla, «lo cual nos llena de orgullo».

Es la primera vez que los responsables de la empresa hacen declaraciones a los medios de comunicación, y como empresa familiar que son quieren ahora centrar todos sus esfuerzos en la producción y en atender la demanda del Estado y en las necesidades de una parte del equipamiento médico que ellos fabrican para contribuir a solucionar cuanto antes esta crisis.

LA TERCERA GENERACIÓN DEL RESPIRADOR

Su presidente ha detallado que el primer «Vitae 40» lo fabricaron en 2013, coincidiendo con el cuarenta aniversario de la empresa, y ha precisado que su objetivo era conseguir el mejor respirador de transporte y emergencia del mercado «y lo hemos logrado con la tercera generación», una versión que obtuvo el «marcado CE» en febrero de 2019, por lo que hasta ahora se han vendido pocas unidades y casi todas fuera de España.

Benjamín Herranz ha precisado que los respiradores o ventiladores pulmonares son máquinas capaces de sustituir la respiración de un paciente y ha observado que los «respiradores de UCI» están diseñados para sustituir durante semanas la respiración de un paciente «muy grave y complejo».

Los de UCI «son los más caros con diferencia», ha detallado el presidente de la empresa, y ha señalado que los de transporte y emergencia tienen prestaciones muy variables, entre ellas algunas muy elementales, como la ventilación mecánica básica de un paciente para su resucitación cardiopulmonar o para traslados de muy corta duración.

«Pero también los hay con prestaciones parecidas a los de UCI, como el nuestro», ha señalado Benjamín Herranz.

«Se necesita un respirador como el Vitae 40, por ejemplo, para trasladar a un paciente ventilado mecánicamente de la UCI de un hospital a la de otro centro», ha corroborado, y ha precisado que el Ministerio de Sanidad evaluó este respirador «y les pareció adecuado para ventilar a pacientes con COVID-19, pero tiene limitaciones, porque no es un respirador de UCI».

Cuando se decretó el estado de alarma, la empresa Hersill tenía componentes para fabricar 100 respiradores, y en esos momentos Madrid era la zona más afectada por la epidemia.

La empresa recibió inmediatamente un pedido de esas 100 unidades desde el Servicio Madrileño de Salud, con el conocimiento del Ministerio de Sanidad, y consiguió fabricarlos en siete días.

COLABORACIÓN INSTITUCIONAL Y EMPRESARIAL

El presidente de la empresa ha indicado que el Ministerio de Sanidad les puso en contacto con el de Industria y éste a su vez con otras empresas para que les ayudaran en la tarea de multiplicar la capacidad de producción.

«En el actual estado de colapso a nivel internacional, está siendo muy difícil conseguir ciertos componentes que utilizamos todos los fabricantes de respiradores y por ese motivo no fue posible continuar la producción desde el 24 de marzo, cuando agotamos el lote anterior, hasta el 3 de abril», ha señalado.

El fabricante de electroválvulas que utiliza este respirador no ha podido suministrar en plazo las cantidades necesarias para fabricar los 5.000 respiradores que el Estado ha pedido a Hersill, por lo que ha sido necesario buscar un fabricante alternativo de válvulas, lo que ha obligado a los ingenieros de Hersill a rediseñar parte del respirador, readaptar el software y realizar numerosos test.

«No vamos a tener más remedio que fabricar dos modelos: el Vitae 40 original y un modelo nuevo ligeramente más grande», ha detallado Benjamín Herranz.

En cuanto a las piezas metálicas más complejas, antes las mecanizaban en sus propias máquinas, «pero no tenemos capacidad de fabricar en tan corto plazo tal cantidad de piezas y de ensamblar tal cantidad de equipos, porque además continuamos fabricando otros aparatos, no tan mediáticos, pero igualmente indispensables en esta crisis, como los equipos para oxígeno-terapia».

Para superar esas limitaciones, el Ministerio de Industria puso en contacto a Hersill con la empresa Escribano Mechanical & Engineering, una empresa también familiar que tiene una gran capacidad de mecanizado de alta precisión y una plantilla importante con personal de montaje.

Esta empresa ha sido además la depositaria del préstamo concedido por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) para pagar a los proveedores de materiales y componentes, y desde el pasado día 3 envía a las instalaciones de Hersill en Móstoles a una parte de su plantilla para ayudar en las tareas de ensamblaje y pruebas del respirador Vitae 40.

«De esta forma nuestros trabajadores se pueden dedicar a lo que resulta indispensable que hagamos nosotros: identificar y solucionar los problemas y dar el visto bueno definitivo de cada aparato», ha manifestado Benjamín Herranz, quien ha subrayado la buena sintonía entre ambas empresas familiares.

Ahora, Hersill solo puede atender el mercado nacional y está rechazando multitud de pedidos de respiradores para otros países, ha apuntado su presidente, quien ha expresado su confianza en que esta crisis contribuya a reforzar la investigación y la tecnología española; «un francés, un inglés o un alemán suelen apreciar su propia tecnología, pero muchos españoles menospreciamos la nuestra».

«Queremos ayudar todo lo posible», ha insistido el presidente de esta empresa, y ha destacado también la importancia de ser «muy cuidadosos» en lo económico, ya que son una empresa pequeña que tiene que hacer frente a un pedido muy grande.

La empresa ha evaluado el precio de los 5.000 respiradores que se ha comprometido a fabricar y que será ligeramente superior al de los 100 primeros «porque la especulación internacional y la fabricación urgente está haciendo que algunos componentes sean ahora mucho más caros».

«La situación es increíble, las empresas estamos teniendo que traer componentes incluso en vuelos especiales», ha explicado Herranz, quien ha observado sin embargo que el precio de cada uno de estos respiradores es entre 4 y 5 veces inferior al de un respirador de UCI.

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